lunes, 21 de noviembre de 2011

Sexualidad masculina

 Sexualidad Masculina

Todos los seres humanos deberíamos tener un profundo conocimiento sobre nuestra naturaleza sexual, pues esta es la fuente suprema de energía que sostiene la Vida. Nadie debería ignorar este conocimiento, pues todos estamos llamados a ser “maestros” en materia sexual.
Existe una forma de sexualidad, diferente a la sexualidad ordinaria, que llena de vitalidad y energía al ser humano, que lo despierta y le aporta consciencia y sensibilidad. El hombre y la mujer no han sido creados iguales. La diferencia esencial entre la naturaleza sexual del hombre y de la mujer se encuentra en sus energías. Éstas producen diferentes sensaciones y orgasmos, el masculino y el femenino.
Cuando el hombre eyacula, expulsa su esencia/semen fuera de su cuerpo; cuando la mujer se excita y llega al orgasmo, también ella “eyacula" internamente determinadas secreciones sexuales, pero éstas permanecen dentro de su cuerpo. La esencia sexual, tanto la que se encuentra en el semen como en las secreciones sexuales de la mujer, es una importante “batería” que acumula energía vital. La esencia sexual es una poderosa fuente de salud e inmunidad, tanto en los hombres como en las mujeres. En las relaciones sexuales convencionales, el hombre eyacula cada vez que realiza el coito, tanto si su pareja ha llegado al orgasmo como si no ha llegado. Este hábito le va despojando gradualmente de su principal fuente de vitalidad e inmunidad, dejándolo debilitado y vulnerable a la enfermedad y acortando la duración de su vida.
Cuando el hombre eyacula tira un verdadero tesoro por tierra. Enseguida siente el dolor de vivir, un fuerte vacío, no tarda en surgir la sensación de aislamiento, de agotamiento y un fuerte anhelo de dormir. El hombre se siente engañado, burlado por la ilusión. Lo cree tomar todo, lo mejor de la Vida y en realidad lo que hace es perderla. Y es que todo él ha descendido al nivel de la sexualidad normal. Eyaculando pierde también el equilibrio que debe haber entre hombre y mujer, pues el hombre debe satisfacer plenamente a su pareja y no vivir como un saco vacío. Este desnivel es el principal motivo de la violencia que existe entre los dos sexos, la principal causa de separación de las parejas. La retención del semen, realizada de manera apropiada, es para algunos hombres imprescindible y para todos sumamente beneficiosa para la salud.
La mujer, a diferencia del hombre, viviendo la sexualidad sin necesidad de aplicar determinados conocimientos, se fortalece cada vez más. Se llena de vitalidad gracias a sus propias secreciones orgásmicas y a la asimilación de la potente esencia/semen que le deposita el hombre.



La naturaleza diferente del orgasmo femenino y de lo que se conoce como orgasmo masculino se refleja en las diversas expresiones coloquiales con las que se describe este momento mágico. El término chino más corriente para referirse al orgasmo femenino es gao chao, -marea alta-, una gráfica y poética imagen que proviene de la Naturaleza. Cuando el hombre eyacula, en cambio, los chinos dicen que ha “perdido su esencia”, que la ha “arrojado”, que ha sufrido una “fuga de semen” o que se ha "rendido". Si el hombre eyacula antes de que su compañera haya alcanzado el orgasmo, los chinos dicen que ella lo ha “matado”. Los franceses describen la eyaculación como una petite mort, o “pequeña muerte".
Pero existe una manera de vivir la sexualidad en la que los hombres pueden obtener un beneficio revitalizador de los impulsos sexuales, en lugar de hallarse siempre a su merced. En vez de agotar las preciosas reservas de esencia y de energía, precipitándose en la debilidad, pérdida de vitalidad, enfermedad, depresión, etc., el sexo puede realizarse de forma que incremente la vitalidad y el bienestar. El conocimiento que se necesita para ello se encuentra en la Naturaleza. Si la observamos veremos que el macho se excita fácilmente, pero también es rápido para retirarse. La hembra se excita con lentitud, y también es lenta para saciarse. En todo el mundo animal, incluso entre los insectos, la Naturaleza ha conformado a la hembra como un elemento superior, incomparablemente mejor equipada para la supervivencia y la propagación de la especie. Según la “ley de la selva”, el macho sólo existe para proporcionar la semilla de las futuras generaciones y proteger el nido mientras la hembra cría a los retoños hasta que alcanzan la madurez. En los animales, las relaciones sexuales son estacionales y, en tanto que todas las hembras entran en celo para ser fertilizadas, sólo una pequeña proporción de los machos más robustos se encarga de esta tarea. Incluso entre los primates, únicamente los machos más fuertes y dominantes pueden fertilizar a las hembras, mientras que los más débiles son excluidos o mantenidos al margen de la manada. En algunas especies de insectos, como la viuda negra y la mantis religiosa, la naturaleza concede al macho un brillo aún más fugaz; en el instante en que ha depositado su semilla en la hembra, ésta se apresura a matarlo y devorarlo como si de un refrigerio postcoital se tratara.
Sólo los seres humanos -y algunos de los primates superiores, como el orangután- sostienen relaciones sexuales durante todo el año, de día o de noche, en cualquier estación y bajo cualquier clima, y solamente los humanos lo hacen principalmente por placer antes que por procreación. Sin embargo, el macho humano, a pesar de su ego superinflado, está sometido a las mismas limitaciones que la Naturaleza ha impuesto a su género en todas las especies.
Debido a su potencia sexual natural, la mujer es poseedora de grandes reservas de energía. De hecho, en todo el mundo, las mujeres suelen vivir entre cinco y diez años más que los hombres. La mujer precivilizada disfrutaba de plena libertad sexual y a menudo era totalmente incapaz de controlar sus impulsos sexuales. Hasta que tales impulsos no fueron gradualmente sometidos a control mediante unos códigos sociales estrictamente aplicados, la vida “familiar” que conocemos, creadora de moldes y cómplice del Poder en la programación de las mentes, no pudo surgir.
Aunque el hombre asumió el control de la familia, la aldea, la economía, la religión y el estado, en la cama, debido a la ignorancia, siguió encontrándose en un nivel inferior al de la mujer. Ningún artificio humano puede enmascarar o modificar los hechos fundamentales de la Naturaleza. De ahí que surgiera una profunda contradicción entre la artificial superioridad social del hombre y su auténtica inferioridad sexual frente a la mujer, contradicción que dio lugar a esa guerra de los sexos que aún hoy sigue librándose en muchas alcobas. Esto también explica el profundo miedo y el rencor que muchos hombres experimentan ante las mujeres, a pesar de la supuesta “inferioridad” femenina. El típico hombre -macho- es incapaz de afrontar el hecho de que las mujeres son sexualmente superiores, y no se atreve a admitir la realidad de su propia e inherente debilidad sexual. Este lamentable estado de cosas se debe principalmente a la ignorancia sexual y espiritual. Cualquier hombre inteligente, lo bastante amplio de miras como para estudiar y reflexionar sobre ello y lo bastante disciplinado como para practicarlo, descubrirá que una realización sexual adecuada elimina completamente la desigualdad fundamental que existe entre la potencia sexual masculina y la femenina. Una adecuada realización sexual posibilita que el miembro sexual masculino se convierta en un instrumento para toda ocasión, tan competente como su equivalente femenino, que hombre y mujer hagan el amor, y no la guerra, al tiempo que la práctica sexual les protege la salud, les prolonga la vida y les permite, a ambos, disfrutar de múltiples, profundos y prolongados orgasmos.
Pocas personas han percibido plenamente cómo la eyaculación masculina debilita al hombre, pero tampoco se dan cuenta que unas relaciones sexuales apropiadas mejoran su estado, su nivel de energía vital y el rendimiento en sus actividades, aún más que si se abstuvieran por completo. Los artistas, los atletas y los filósofos necesitan unos niveles óptimos de vitalidad física y mental para lograr sus objetivos, y por eso son más sensibles que la mayoría de los hombres a la pérdida de semen y de energía vital a través de la eyaculación. Sin embargo, muchos otros hombres padecen con igual intensidad las consecuencias de esta pérdida, aunque no llegan a ser plenamente conscientes de ello. Así, por ejemplo, la tendencia masculina a quedarse dormido como un tronco después de eyacular es un claro síntoma de agotamiento. Si el orgasmo en sí fuese tan agotador, también las mujeres experimentarían el mismo efecto, pero es la pérdida física de semen -no el orgasmo en si mismo- lo que perjudica al hombre.
El hombre puede vivenciar múltiples orgasmos, al igual que lo puede experimentar la mujer, y llenarse de vitalidad. La eyaculación es una cosa y el orgasmo otra totalmente distinta. Casi ningún hombre conoce en realidad lo que es el orgasmo. El hombre está convencido de que el punto culminante de su experiencia sexual, el orgasmo masculino, es la eyaculación y los pocos segundos que la preceden. Pero es precisamente la eyaculación la que aparta al hombre del orgasmo verdadero, del éxtasis sexual que lleva a los niveles de conciencia superiores, cósmicos. La eyaculación para en seco la experiencia, tanto para él como para ella.
La eyaculación corta en seco la ascensión hacia el orgasmo masculino y mata el deseo, ese magnetismo encantado que, en la pareja, debería ser una música ambiental permanente, incluso fuera de los contactos sexuales concretos. Con la eyaculación y la desentumescencia del pene, el magnetismo y el hechizo de la unión hombre/mujer se desvanecen; la pareja se separa para reencontrarse en una situación lamentable, en la vulgaridad. La existencia se experimenta entonces como algo triste y trivial.
El hombre que conserva su semen y vivencia el orgasmo interior suele vivir apacible, feliz, con buena salud y siempre son ganas de hacer el amor. El acto sexual sin eyaculación representa también la eliminación de una tensión, pero sin explosión. Es un placer que se disfruta por un apaciguamiento y no por violencia, es una fusión voluptuosa, sensual, y prolongada en algo más amplio y más trascendente que uno mismo. Es una vivencia de comunión en un Todo, no una separación; es un sentimiento de unión estrecha y de participación, y no un espasmo individual y solitario que excluye a la pareja. Todo contacto sexual sin eyaculación es una “ganancia erótica neta” para la pareja. Cuanto más economiza el hombre su semen más se incrementa su potencial de deseo y su potencia sexual, hasta llegar al nivel femenino, y este equilibrio es un factor fundamental de armonía para la pareja.
En la experiencia ordinaria, los últimos segundos antes del único movimiento «de más» que desencadena el espasmo eyaculatorio constituyen el tiempo de máximo placer masculino. Luego sobreviene el espasmo que termina con todo, para la decepción de la pareja. Ahora bien, el breve goce eyaculatorio es ya menor que el del punto límite. La solución es de una gran sencillez: prolongar la franja última, la más intensa y la más interesante, y para eso inhibir el espasmo eyaculatorio. El arte consiste acceder al conocimiento que permite permanecer indefinidamente en el punto límite, la puerta que da acceso al "paraíso sexual cerebral" y el verdadero orgasmo masculino.
El hombre realiza su plenitud intercambiando su energía con la energía femenina, y la sexualidad superior es un intercambio entre las energías masculinas y las femeninas. Cuando el hombre y la mujer se entregan libremente a la sexualidad y fluyen en el coito en armonía con la Naturaleza pueden seguir, durante horas y horas, alimentando y preservando constantemente su preciosa esencia vital, curando todos los males y favoreciendo una larga vida. Sin esta armonía básica de las energías masculinas y femeninas, ni las mejores medicinas ni los más potentes afrodisiacos servirán de nada. Si las esencias vitales se agotan y se secan debido a un exceso de emisión o a una completa negligencia, ya no podrán reavivarse.
Salvo en el caso de que uno sea un iniciado consumado que haya conseguido dominar la transmutación de la energía sexual en pura energía espiritual, el celibato resultará tan perjudicial para la propia salud como los excesos desordenados. Como seres humanos, no debemos hacer nada que contradiga la Naturaleza, y abstenerse de las relaciones sexuales va completamente en contra de la Naturaleza.
Muy frecuentemente, en la Naturaleza, lo mismo que da vida puede quitarla, y la manera en la que uno lo utilice depende del conocimiento. Si un hombre posee conocimiento, cuanto más haga el amor más se beneficiará su salud. Si es ignorante derrochará su semen y apresurará su viaje hacia la tumba. Sólo el conocimiento nos enseña cómo utilizar la sexualidad para llegar a la salud, al bienestar y a la longevidad y no caer en el sufrimiento y en la perdición.
Cuando la sexualidad es practicada según los principios de la Naturaleza, más que ser una prueba agotadora, se conviene en una fuente inagotable de energía. Se convierte en lo que es, en un pozo de aguas vivas que jamás se seca. Sin embargo, las aguas que brotan del manantial del sexo también puede “ahogar” cuando se ignora cómo realizar este tipo de sexualidad superior. Por ello, uno debe investigar, discernir, aprender y obrar adecuadamente.


Eyaculación precoz:

Causas que originan la eyaculación precoz

Las causas de la eyaculación precoz son de origen variado y han evolucionado con el tiempo, sin embargo en la actualidad se asegura que un 90% de los casos de eyaculacion rápida responden a factores psicológicas o ambientales; mientras que el 10% restante encuentra su origen en desordenes anatómicos o fisiológicos.

Origen de la eyaculación precoz por factores psicológicos

Estos son los más comunes y la causa mas frecuente del problema. En la mayoría de los casos los hombres se ven afectados por trastornos emocionales como depresión, stress, pánico e inseguridad entre otros.
Existe una relación directa entre el eyaculador precoz y el hombre que demuestra signos de depresión; los síntomas relacionados con esta patología afectan al círculo afectivo del individuo generando tristeza, decaimiento o cambio en el humor. Esta situación es trasladada automáticamente a la vida cotidiana y habitual; modificando el rendimiento laboral, las ganas y la voluntad para realizar acciones diarias.
Los miedos también son un factor que puede derivar en algún grado de eyaculacion precoz, por ejemplo el miedo a enfrentar relaciones sexuales condiciona el rendimiento del hombre en el sexo. Esta "represión sexual" puede darse desde los inicios del hombre en la sexualidad o bien desarrollarse en edades maduras por falta de comunicación o relación insatisfactoria con la pareja.

Desordenes anatómicos o fisiológicos

Los trastornos fisiológicos pueden ocasionar eyaculacion precoz en el hombre. Algunas enfermedades como las infecciones de próstata o uretra pueden desarrollar algún desorden que derive en precocidad al llegar al orgasmo. También la sensibilidad en el glande en niveles superiores a los normales o hipersensibilidad pueden condicionar el tiempo de meseta durante la relación sexual, obligando al individuo a eyacular antes de lo deseado.

Otras consideraciones 

Por ultimo podemos mencionar el aprendizaje inadecuado del individuo en edades tempranas tales como la infancia o adolescencia, es posible que los jóvenes se inicien en la vida sexual con hábitos erróneos o prácticas inadecuadas que pueden originar ansiedad en el coito.
La ansiedad es muy frecuente en los jóvenes y justamente se desarrolla a partir de estas practicas equivocas en las etapas de mayor expresión de las hormonas sexuales. Tal es el caso de la masturbación apresurada, los mensajes antisexuales durante la infancia y fracasos sexuales entre otros.
 

¿Qué es la Andropausia?

Cuando los hombres llegan a los 40 y hasta los 55 años de edad, pueden experimentar un fenómeno similar a la menopausia femenina, denominada andropausia. A diferencia de las mujeres, los hombres no tienen signos claros, como el cese de las menstruaciones, para marcar dicha transición. Ambos, sin embargo, están caracterizados por una caída en los niveles hormonales. El estrógeno en la mujer y la testosterona en el varón. Los cambios en el cuerpo ocurren muy gradualmente en el hombre y se acompañan de cambios de actitud y estado de ánimo, fatiga, pérdida de energía, impulso sexual y agilidad física.
Lo que es aún más, los estudios demuestran que esta caída de testosterona representa un riesgo de otros problemas de salud, como cardiopatías o huesos frágiles. Dado que todo esto ocurre durante un momento en la vida en que los hombres comienzan a cuestionar sus valores, logros y el rumbo de su vida, muchas veces es difícil advertir que los cambios que ocurren se relacionan con algo más que solamente las condiciones externas.
Una caída hormonal gradual
A diferencia de la menopausia, que habitualmente ocurre en la mujer a fines de los 40 e inicio de los 50, la "transición" del hombre puede ser mucho más gradual y extenderse durante décadas. La actitud, el stress psicológico, el alcohol, las lesiones o cirugías, medicamentos, obesidad e infecciones pueden contribuir a su comienzo.
Si bien con la edad prácticamente todo hombre tendrá una disminución en sus niveles de testosterona, no existe manera de predecir quién tendrá síntomas andropáusicos lo suficientemente severos como para buscar ayuda profesional. Tampoco es predecible saber a qué edad comenzarán los síntomas en una persona. Los síntomas también pueden ser diferentes en cada hombre.
¿Es un fenómeno nuevo'?

Sí y no. De hecho, la andropausia fue descrita por primera vez en la literatura médica en la década del cuarenta. Por lo tanto, no es realmente nueva. Pero, seguramente lo es nuestra capacidad de diagnosticarla adecuadamente. Desde hace muy poco se disponen de pruebas sensibles a la biodisponibilidad de la testosterona, de manera tal que la andropausia ha recorrido un largo período durante el cual se la ha subdiagnosticado y subtratado. Ahora, que los hombres viven más, ha aumentado el interés en la andropausia y esto ayudará a avanzar en nuestro enfoque de esta etapa importante en la vida, identificada tanto tiempo atrás.
Mayor capacidad de diagnóstico
Otra razón por la cual se ha subdiagnosticado la andropausia a lo largo de los años es que los síntomas pueden ser vagos y varían mucho entre las personas. A algunos hombres les cuesta siquiera admitir que existe un problema. Y, muchas veces los médicos ni siquiera han pensado que la causa puede ser los niveles bajos de testosterona. De manera tal que estos factores hacen que muchas veces los médicos adjudiquen los síntomas a otras dolencias médicas (por ej. Depresión) o simplemente al envejecimiento y muchas veces inducen a sus pacientes a reconocer que ya no son más " unos bebés".
La situación está cambiando. Se disponen de nuevos métodos de pruebas de sangre y existe un mayor interés en el envejecimiento masculino entre los investigadores médicos. Se ha generado tanto interés en la andropausia que se están realizando esfuerzos importantes para compartir rápidamente la información científica emergente con la comunidad médica internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario